Te invitamos a descubrir uno de los secretos mejor guardados del centro histórico de Santiago: el Palacio Edwards, también conocido como Club de Septiembre. Declarado Monumento Histórico en 1973, esta joya arquitectónica narra la opulencia de la élite chilena del siglo XIX y episodios cruciales de la política nacional.

Palacio Edwards
Imagen: felina con botas; https://www.flickr.com/photos/7654933@N03/

¿Qué Ver?

Su fachada y ubicación privilegiada cautivan al instante. Ubicado en Catedral 1183, frente a los jardines del ex Congreso Nacional, su diseño neoclásico francés con detalles renacentistas domina la esquina de Morandé y Catedral. Observa el pórtico adelantado, los balcones trabajados y la reja perimetral traída desde Inglaterra, que crean una perspectiva majestuosa hacia el antiguo poder legislativo.

Los interiores de época son un viaje en el tiempo. Aunque actualmente su acceso es restringido (es sede de la Academia Diplomática Andrés Bello), si logras coordinar una visita, quedarás impactado por el vestíbulo central techado con estructura metálica y vitrales, rodeado de dos pisos con 60 habitaciones decoradas con antigüedades.

Admira las escaleras de mármol de Carrara, frescos del artista italiano Aristodemo Lattanzi, y salones con yeserías doradas, espejos venecianos y tapices originales. No pierdas de vista el antiguo salón del Club de Septiembre, donde se fraguaron decisiones políticas clave, como el derrocamiento del presidente Balmaceda en 1891.

Breve Historia

La historia comienza en 1888 cuando Arturo Edwards Ross encarga al arquitecto Juan Eduardo Fehrman construir este palacio como residencia familiar. Tras problemas durante la construcción, su hermano Agustín Edwards Ross finalizó la obra en 1899, importando materiales de Europa para reflejar el poder económico de la familia, vinculada a la riqueza salitrera.

En 1913, la viuda de Agustín vendió el inmueble al Partido Liberal, que lo rebautizó como “Club de Septiembre”. Por décadas, fue epicentro de fiestas de la alta sociedad, juegos de azar (prohibidos en 1935) y acuerdos políticos entre presidentes e intelectuales.

Su momento crucial llegó en 1973, cuando el diplomático Mario Barros van Buren evitó su demolición, logrando su declaración como Monumento Histórico. Tras una restauración, desde 1996 alberga la Academia Diplomática de Chile.

Estado Actual y Sugerencias de Visita

Tras el terremoto de 2010, el palacio sufrió daños estructurales que obligaron a cerrarlo al público en 2018. Sin embargo, aún puedes admirar su exterior impecablemente conservado, un ícono del patrimonio santiaguino. Para acceder al interior, contacta al Ministerio de Relaciones Exteriores, que ocasionalmente organiza recorridos previa solicitud.

  • Dirección: Catedral 1183, esquina Morandé, Santiago.
  • Cómo llegar: Toma el Metro hasta Santa Lucía (Línea 1) o Plaza de Armas (Línea 5). Desde allí, camina 10 minutos por calles empedradas hacia el barrio cívico.
  • Sitios cercanos: Combina tu visita con los jardines del ex Congreso Nacional (frente al palacio), el Palacio de La Moneda (a 10 minutos caminando) y el Museo Histórico Nacional.

Sugerencias de Viaje

Para una experiencia óptima, visita en mañanas de martes a viernes para evitar la congestión vehicular. La luz de la tarde realza los detalles de su fachada nororiente: enfoca tu cámara en los balcones de hierro forjado y los ventanales abuhardillados. Si el palacio sigue cerrado, participa en el Día del Patrimonio (mayo), cuando suelen abrir espacios normalmente inaccesibles.

Complementa tu ruta con la Casa Colorada (Merced 860), otro monumento restaurado con técnicas antisísmicas del siglo XVIII, o con el Palacio Pereira, ejemplo de reciclaje patrimonial con cafés y librerías.

Un Futuro Esperanzador

Aunque hoy el Palacio Edwards aguarda una restauración integral, su legado perdura como testimonio de la bonanza salitrera y las pugnas políticas que moldearon Chile. Te recomendamos incluirlo en tu ruta: aunque solo sea desde afuera, sentirás la esencia de una época que transformó el país.

“Un palacio que salvó su grandeza de la demolición, y hoy aguarda su renacer entre el bullicio del Santiago moderno”.

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